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TU

DISEÑO

VICIADOS

  • Foto del escritor: Maria Hernandez
    Maria Hernandez
  • 1 oct 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 9 oct 2018

Era Egipto. Caliente y politeísta.

Era el pueblo de Dios en Egipto. Esclavos oprimidos, privados de cualquier libertad, obligados ha trabajos duros y cargados


¿Cómo es que los israelitas deseaban volver ahí?

Éxodo 16:3




Tal vez mi obsesión con las palabras “cambio” y “futuro”, bloquea cualquier comprensión por quien desee permanecer estancado en el pasado y privado de lo mejor de Dios así que, no lo entiendo.


Estos israelitas trajeron algo más que sus bienes y ganados de Egipto; llevaron consigo una gran carga que los sacudía cada vez que Dios quería hacer algo nuevo en ellos, los asfixiaba hasta llevarlos a confesar quejas en Su contra y enviciaba hasta llevarlos a una inconsciencia que bloqueaba cualquier otra faceta que Dios quisiera revelarles de si mismo.


Lo que debió tomar 15 días de camino a la tierra prometida les tomo 40 años. Cuarenta años dando vueltas en círculos. Acaso, ¿Logras imaginar eso? Cuarenta años estancados en el mismo lugar por no querer prepararse para algo más, sofocados y respirando el mismo aire por no decidir abrir una ventana para el refrescar de Dios, por no renovar su mente, por apegarse a lo que funcionó en el pasado y no actualizarse en el HOY de Dios.


Querido/a, el mundo esta cambiando. Es algo que no podemos evitar. Parpadeas más de tres veces y si no prestas atención en cada cerrar y abrir ya estas fosilizado. Añejo. Intereses y atención están cambiando. Ayer tenías un público por 30 minutos siguiéndote el paso en el auditorio, hoy ruégale a Dios que no les suene el teléfono porque los habrás perdido. El mundo esta cambiando, y la rapidez con la que pasa, a veces me marea.


Digo, si estoy obsesionada con futuro pero, deseo la caballerosidad del pasado. Me fascina el cambio pero, también anhelo la permanencia del evangelio en la tierra. Esta tensión, este choque de emociones siendo sincera a veces me carga, me marea, me lleva a un estado de shock sin saber como reaccionar.


Constantemente, me comporto muy como Dios. Un día le dijo Abraham “sacrifica a Isaac” al otro le ordenó “baja el cuchillo”. Le dijo a Balaam una noche “ve con ellos” y al día siguiente se enojo con el por hacerlo.

La verdad no quisiera confundirte con todo esto, se trata de llegar a lo siguiente: Jesús sigue siendo el centro y el mundo sigue periférico a El. El sigue siendo el ancla cuando la tormenta te marea. Sigue siendo el refrescar cuando el aire en la habitación se vuelve vicioso.


Se trata de la siguiente conclusión: la palabra y las promesas de Dios siguen salvando. Vuelve a Su palabra las veces que sea necesario, vuelve a ordenar todo y ponlo en perspectiva otra vez hacia El. Vive el hoy de Dios.

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